El “Festival Internacional de Payasos Tran Tran”, que desde el año 2010 y hasta el momento de la pandemia se ha venido celebrando en Gran Tarajal cosechando gran éxito, tiene como emblema a una figura femenina que con unas divertidas coletas y un vestido rojo de lunares responde al nombre de Chanita. Pero en esta localidad hay una Chanita algo menos conocida, la que da nombre a la calle “Practicanta Chanita Suárez”, y a este singular personaje vamos a acercarnos. Calle Practicanta Chanita Suárez Chanita Suárez nació en Gran Tarajal el 23 de diciembre de 1922, en vísperas de la celebración de la Nochebuena. No lo tuvo fácil en la Fuerteventura de aquellos años. Nieta de don Juan Suárez Rodríguez, al que de alguna manera se considera uno de los fundadores del municipio de Tuineje, a la majorera le tocó de vivir algunos de los episodios más convulsos de nuestra reciente historia, entre ellos la guerra civil y la complicadísima posguerra. Recibió en el bautismo los nombres de Dolores Sebastiana Suárez López y pasó sus primeros años en el poblado que se había ido formando en torno a los hornos de cal de La Guirra, en la costa este del municipio de Antigua. Se trataba de un negocio familiar que regentaba su padre, don Vicente Suárez Ruiz, casado con doña Zoila López Rodríguez, hija a su vez del terrateniente de Gran Tarajal don Matías López Hernández. En la conocida como “casa grande” de La Guirra crecieron, junto a Chanita, sus hermanos Vicente, Juan y Matías. Estudiar era una tarea complicada en Fuerteventura pues en 1927 había cinco escuelas de niños, tres de niñas y trece mixtas para una población de unos doce mil habitantes repartidos por una isla de 1.695 kilómetros cuadrados. Chanita y sus hermanos aprendieron sus primeras letras junto a los hijos de los empleados de los hornos de cal de La Guirra: su maestro, don José Álvarez, era un peón aventajado que su abuelo había contratado para enseñarles lo más elemental. A los ocho años pudo ir a la escuela de Antigua, poco después también acudirían sus hermanos. Vivían en la casa de su abuelo Juan, junto a su tercera esposa, una mujer a la que Chanita llamaba “tía Juana”. Sus padres utilizaban el Ford del abuelo y se desplazaban a veces desde los hornos de La Guirra para pasar unas horas con la familia al completo. Esta situación se prolongó hasta que Chanita cumplió los doce años, con excepción de los veranos, cuando todos se reunían en La Guirra porque ya no tenían que acudir a la escuela. La ausencia intermitente de la madre, a la que Chanita siempre reconoció que había echado muchísimo de menos, hizo que tomase especial cariño a su primera profesora en Antigua, doña Esperanza Godó, una aragonesa que había sido destinada en Fuerteventura. Los maestros de entonces, en cuyas casas no solía haber ni luz eléctrica ni agua corriente, viajaban en barco a Gran Canaria y desde allí se trasladaban a Fuerteventura a bordo de los conocidos como “correillos” que llegaban hasta Puerto de Cabras, entonces la capital, o a Gran Tarajal, para desembarcar mercancías y viajeros. Aquella maestra debió ver compensada su vocación docente en Fuerteventura pues tras ser trasladada de nuevo a la Península, siguió manteniendo correspondencia con sus antiguas alumnas de Antigua. Las cartas, que al final sólo intercambiaba con Chanita, se conservan como un muestrario de los usos y costumbres de la época, pero sobre todo, como un reflejo del especial afán de doña Esperanza para seguir el progreso de sus alumnas en los estudios y servirles de apoyo y estímulo en su vida adulta. En 1935 los hornos de cal atravesaron una profunda crisis y los padres de Chanita decidieron cerrarlos y trasladarse a vivir a Gran Tarajal. Allí siguió estudiando, primero en la escuela de niñas que llevaba la maestra doña Lucía de Saá y más tarde recibiendo clases particulares del profesor granadino don José Jiménez, que volvió a la Península al estallar la guerra civil. En 1937 Chanita mantenía aún correspondencia con su profesora de Antigua y ese mismo año obtuvo en Las Palmas su primer título de Bachillerato. En aquellas cartas, Chanita le relataba a su maestra las dificultades que encontraba para que sus padres le permitieran seguir estudiando. Era la única hija de la familia (sus hermanos eran varones, y tuvieron más facilidades para desplazarse a estudiar) y los progenitores consideraban que debía quedarse junto a ellos como mandaba la tradición hasta entonces. Pero su empeñó se mantuvo firme ya que se graduó en Enfermería con 32 años y doce meses después obtuvo el título de Bachillerato Superior. No se casó ni tuvo hijos y dedicó todos sus esfuerzos a asistir a la población majorera en unos años de tremendas penurias. Aunque ejerció ocasionalmente de comadrona, fue sobre todo practicante, y como tal era conocida y se la reclamaba en muchos puntos de la isla. Su afán por aprender no finalizó ya que con 49 años se hizo maestra y con 62, en una época en la que no abundaban en Fuerteventura los títulos universitarios, se licenció en Psicología, carrera que ejerció desde 1996 hasta 2002, después de haberse jubilado como practicante. Gran Tarajal tenía apenas dos calles cuando Chanita era una niña. Hoy tiene muchas más y una de ellas rinde un emotivo homenaje a la que todos conocían como “la practicanta”
Los nombres de las calles de Fuerteventura analizados en su significado histórico, cultural y sociológico.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
hemos visitado...
Calle de La Molina
Calle de La Molina En la localidad majorera de El Cotillo encontramos la Calle de La Molina, que alude a una versión simplificada de...
-
Las calles de Fuerteventura ¿Cuántas veces nos hemos dirigido hacia una dirección que desconocemos y nos hemos parado a preguntar po...
-
El “Festival Internacional de Payasos Tran Tran”, que desde el año 2010 y hasta el momento de la pandemia se ha venido celebrando en Gran ...
-
Calle León y Castillo La encontramos en Puerto del Rosario, en Gran Tarajal y en Tuineje, en lo que respecta a Fuerteventura, pero t...
No hay comentarios:
Publicar un comentario